lunes, 29 de diciembre de 2008

27-12-2008 crónica de la subida a la Tiñosa

SABADO, 27 DE DICIEMBRE
SUBIDA A LA TIÑOSA POR EL PASO DE LA CULEBRA.

Los aficionados saben que la ruta que llamamos “del Fantasma” o “del Ángel”, saliendo desde el Cortijo de las Chozas de Toledo, es la más directa, quizá la más corta para subir a la Tiñosa; y que lo acostumbrado es bajar por el Morrión de la Cueva y el puerto Mahina. Pero algunos la tenemos ya muy vista. Así que esta vez buscábamos una vía distinta.
De las que conozco, me gusta especialmente la que oí llamar ruta del “paso de la culebra” aunque no sé el porqué de ese nombre. Dejamos un coche en la parada habitual antes del Cortijo de las Chozas y volvimos con otro vehículo hasta el cortijo de La Umbría, al que se entra desde el cruce del carril de las Chozas con el carril de Navasequilla.
Íbamos esta vez Gertrudis y Juanma, Manolo Rico, Alonso Arroyo y este escribano. Desde el cortijo (una explotación ganadera de las más grandes y más antiguas de la zona) mirando al sur, se ve subir el valle que a media altura está ocupado por un encinar tupido y muy bien conservado; en lo más alto, una sucesión de tajos de gran altura que forman una muralla aparentemente infranqueable. Comenzamos a subir siguiendo el carril que pasa delante del cortijo y un poco más arriba, desde la fuente (un abrevadero en el que podrían beber 60 cabras a la vez), sigue ascendiendo hasta torcer a la izquierda y cruzar el arroyo por el que ayer bajaba un hilo de agua limpia y helada. Quedan a un paso las ruinas del antiguo cortijo cubiertas por una malla de tela metálica y plástico seguramente para utilizar el recinto como criadero de aves.
Desde allí avistamos ya bastante bien el Paso de la Culebra que se distingue por una gran peña de forma piramidal y dos manchas de vegetación a distintas alturas. Ascendemos por la loma que queda a la izquierda del arroyo pues el barranco que sube directo al paso presenta un gran bosque muy denso y mucha maleza mientras que por esta zona se cruza fácilmente el encinar. A unos mil metros de altura tocamos ya la nieve, pequeñas manchas, algunas convertidas en hielo, restos de la última gran nevada que se produjo hace unos 15 días. El paso se adivina ya muy cerca bordeando por la izquierda la citada peña triangular. Cruzamos algunos canchales y seguimos desviándonos a la izquierda para evitar el barranco, lleno de piedras sueltas, que se forma delante del paso. Finalmente, Juanma y yo llegamos a la base de los tajos y caminamos hacia la derecha hasta caer sobre el barranco justo donde comienza el paso entre los tajos. Gertrudis, Manolo y Alonso llegan al paso subiendo desde más abajo. Reunión, descanso, hacemos fotos, las vistas son ya impresionantes y el lugar es de una gran belleza; ahora vemos el bosque desde arriba y el valle que se cierra justo a la altura del cortijo antes de perderse en los olivares.
Afrontamos poco más de cien metros de rocas entre dos tajos, con un gran desnivel que nos obliga a utilizar las manos en ocasiones, aunque realmente no hay peligro. Creo que un lugar como este, está en el límite entre el senderismo y el montañismo. Cuando pasamos la zona de rocas el desnivel sigue siendo muy fuerte otros doscientos metros más, pero ya el terreno es el típico de toda la sierra. Pronto empezamos a ver, al oeste, las estribaciones de Tiñosa por el sur, una sucesión de tajos, la cara este de Alucemas y al fondo las crestas del Bermejo. Es un paisaje absolutamente salvaje…
Cuando llegamos al cambio de vertiente, lo más difícil está pasado. Admiramos los paisajes del sur; Sierra Nevada está visible aunque el cielo está nublado. No llueve pero corre el viento, fuerte y helado. En dirección oeste, tardamos algo más de media hora en llegar el punto geodésico, en el que encontramos a cinco muchachos de Priego.
Son las 11,30. Hace un frío espantoso; metemos prisa a los dos “novatos” (para Manolo y Alonso esta es su primera subida a la Tiñosa), que se encargan de escribir en el libro de la cumbre; hacemos fotos y nos refugiamos del viento en las rocas que hay debajo de la bandera de Andalucía, para comer un poco y descansar.
El regreso es por la ruta más habitual: llegada al Morrión y parada en la cueva, bajada hasta puerto Mahina y llegada al coche pasando por el Cortijo de las Chozas.
En total, hemos empleado cinco horas y media. Nunca hemos pretendido batir ningún record.
M. Forcada

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