martes, 2 de noviembre de 2010

01-11-2010 crónica de Miguel Forcada ruta Priego-Rute

MINICRONICA SENDERISTA

PRIEGO-RUTE POR LOS CAMINOS VIEJOS
Hoy hemos hecho una ruta preparada durante más de un año. Desde Priego hasta Rute por los caminos viejos es decir, por el GR7. Han sido 26 Kms. de sierra en sierra. Pero esto es una minicrónica y no sé como se pueden meter siete horas y media en una minicrónica. Nos reunimos en la Fuente de Carcabuey (frente a la Fundación Arjona Valera) a las 7,30 de la mañana. Éramos 10: Menchu, Rosa, Eva, Yolanda, Agustín, Francisco, Rogelio, Alonso, Paco y este escribidor. Mucho barro en el primer tramo, subiendo por el valle de Jaula bordeando el arroyo que baja del manantial del Arrimaízo. Cielo gris, amenazando lluvia, a pesar de Maldonado.
Desde la “Pasá de los Arrieros”, el camino viejo de Rute parece más bien un bosque de ribera, una gozada hasta Vichira-nuevo, donde saludamos a Miguel Montes que corría como un mozuelo tras su piara de cabras. Primera comida en Vichira, ese lugar mágico en el que uno puede encontrarse con la Edad Media. Según el robot que Rogelio lleva en su muñeca, habíamos recorrido 15 Kms. en poco más de tres horas; una media de casi 5 Kms., demasiado deprisa.
Atravesamos el peñascal que baja del Jardín del Moro y afrontamos la vereda que recorre la Sierra de Rute de punta a punta trazando sobre el valle un arco inmenso jalonado por marmolillos de granito desde el número 113 y por estacas adornadas con una flechita y por tatuajes pintados, rojo y blanco, en la piel agrietada de los árboles; difícil perderse. La vereda atraviesa encinares, pinares, pedregales desprendidos de los tajos, bosquetes adornados de retama, cornicabra (con sus pimientos retorcidos, dudosamente aptos para una fresca ensalada) y zumaque rojizo pues estamos ya en otoño; pero entre tanta belleza, la vereda sube y baja, baja alegremente, pero sube cruelmente y nos lleva hasta más de 800 metros de altura. Caminamos a un ritmo endiablado. En una breve parada alguien lo advierte y otro dice que en adelante, vayamos más despacio para poder disfrutar del paisaje. Subimos la espina dorsal de un cerro como por una escalera y el ritmo no decrece. En la siguiente parada, mientras tomamos resuello, alguien pregunta: “¿bien, no?”; y Rogelio exclama: “bien, muy bien… vamos disfrutando del paisaje…¡¡¡ echando hostias!!!.”
Tomamos medidas drásticas, hay que ir más despacio, a este paso podemos estar en Rute a las tres de la tarde. Sería mejor… perderse un rato; ponemos en cabeza a alguien más moderado; la vereda persiste en su tobogán, casi montaña rusa, pero mantiene la buena dirección; contemplamos mejor los despeñaderos que bajan de la sierra, el musgo que ha crecido con las primeras lluvias, los colores del otoño, los paisajes que vienen desde el Chaparral y La Solana, abriéndose desde La Camorra hasta el Lobatejo, pasando por la Sierra Gallinera que nos da la espalda y nos enseña su caparazón más engañoso. Segunda comida en el mirador de la Palomina, desde el que se domina todo ese mundo, hoy cubierto de niebla, incluso para los buitres y las águilas que nos persiguen. Desde el mirador el camino sigue elevándose llegando hasta los 970 metros cuando solo estamos a dos kilómetros del casco urbano de Rute. Después, todo hacia abajo.
No terminamos en el Rute viejo, como esperábamos, sino en la reserva de Adebo pintada de azul añil; no es mal lugar. Un poco más abajo nos espera Rute, una copa de ligado entre seco y dulce, el Museo del Anís, nuestro amigo Anselmo al que vimos cruzar como un relámpago de oratoria entre una nube de turistas.
Los piononos de Rute, tuvimos que comprarlos en La Esmeralda de Priego...

Miguel Forcada Serrano

5 comentarios:

agustin espinosa dijo...

Excelente minicrónica, Miguel. Creo que es difícil, condensar en pocas líneas la experiencia vivida en el Día de Todos los Santos de 2010. Personalmente, para mi ha sido un reto y superado con creces. Espero que para el resto del grupo también. Eso sí, cuando llegué a mi casa, por vez primera, tuve que calentar agua con sal, y echar los pies en "remojo". Pero lo importante es que me sentía satisfecho; tanto es así, que propongo que esta ruta(Priego-Rute o Rute-Priego) la adoptemos como una de las "clásicas", junto con la ya consagrada Gran Travesía del Albayate.
Y además, espero, que el próximo año(si veis bien la propuesta), el número de senderista sea como un rosario de hormigas andantes por las sierras Horconeras..... hasta Rute.
Un saludo, Agustín Espinosa.

Antonio Manuel Jiménez Conejo dijo...

Enhorabuena, valientes.

Rafael Pimentel Luque dijo...

Me dais sana envidia, ojalá hubiera podido acompañaros al menos durante una parte del trayecto. Estoy plenamente de acuerdo en instaurarla como una clásica anual. Gracias a todos por conseguir que esta iniciativa siga funcionando tres años y medio después.

Miguel Forcada dijo...

"Yo también estoy contento de esta ruta. Los pies los tengo bien, pero llevo hoy todo el día con la cintura como una alcayata, ya hace tiempo que tengo la "calumnia vertical" tocada, dice mi mujer que lo que pasa es que tengo nosecuantos años y que no quiero reconocerlo, ¿qué te parece?. De acuerdo en hacerla (mejor dicho en que la hagais) cada año. A mi lo que me gustaría sería intentar los tres grandes en un día, ya sabeis..."
Saludos.
Miguel

Mª Antonia dijo...

Enhorabuena a todos por ese reto.

Un abrazo.